Que este artículo sirva de introducción a los 2 siguientes que llevarán el mismo nombre. Para no ofender a nadie (aun), en este primero hablaré de la raza humana, como colectivo, en los cuales te incluyo, no? Empezamos, no importas a nadie, en este caso: no importamos a nadie.
Puede doler, pero lo que acabas de leer es verdad, como humano, en una sociedad humana, realmente no lo importamos a nadie. Como humanos en un universo desconocido, aún menos, y esto último nos . De hecho, dudo que hayamos sido capaces de superar los tres mayores traumas de nuestra existencia. En la antigua Grecia todo era más fácil, pero llegó la ciencia y lo estropeó todo. Tres traumas que aún no hemos superado:
No somos el centro de nada.
El año 1543 Mikołaj Kopernik publicó, póstumamente, un libro con sus ideas, la teoría heliocéntrica revolucionó todo el mundo de la astronomía. La Tierra, a ojos humanos, comenzaba un proceso en el que dejaba de ser el centro del universo (hasta ese momento, el Sol, la Luna, los planetas, todo daba vueltas a la Tierra), es cierto que anteriormente ya se habían defendido este tipo de modelos, en el año 200 aC. el filósofo Arístarkhos ya teorizaba sobre esta opción. Pero locos han existido siempre, y en el 200 aC había tantos como ahora.
A partir de ese momento, la astronomía nos ha dado bofetadas en la cara, patadas en la boca, cada vez que intentábamos demostrar ser el centro de algo. Y a esto hemos llegado, ya ni nuestra galaxia es el centro de nada, además es peor: nos alejamos! Estamos yendo en dirección contraria de aquello que queremos ser. Cada vez importamos menos, nuestra importancia decrece a dos millones de kilometros por hora. Siempre nos quedará la Luna, pero realmente no es más que una roca grande con una bandera americana clavada, viene a ser como la mitad de islas del Pacífico y América Latina.
Es muy grave! Observad vosotros mismos, y decidme si preferís vivir en un modelo donde somos el centro de todo, o en el segundo modelo donde no sabemos bien bien lo que somos.
No somos únicos.
No somos especiales, ni poseemos nada especial. En nuestro propio sistema solar existen ya más planetas, 8 en total, tanto costaba tener un Sol particular? Pero es peor, este tampoco es único, hay más, de hecho, nuestro Sol es de los más viejos y pequeños, nos vendieron el defectuoso al que solo le quedan 5.000.000.000 años de vida. Descubrimos que somos una parte de un todo llamado galaxia, y ahí hay unos 300.000.000.000.000 sistemas solares, nuestra galaxia es la Vía Láctea, podría parecer que es la leche pero tan solo es una más, en total hay unos 2 billones de galaxias: 2.000.000.000.000, cada una con sus miles de estrellas y planetas. Si realizamos cálculos, podríamos concluir que, en el universo, existe la siguiente cifra de planetas:
4.800.000.000.000.000.000.000.000 planetas.
Hay que ser muy egocéntricos, cumplimos esa condición, para creer que somos únicos en algo. Pero esto arroja en nosotros algo de esperanza que me encargaré de destrozar: Esto querrá decir que no estamos solos en el universo? Es probable, pero ponte a encontrar vida en otros planetas teniendo la cifra antes planteada, y sobre todo cuando a lo máximo que (supuestamente) has llegado es a la roca voladora de encima de ti, y no es ni uno. Además, dudo que la vida que se llegue a encontrar haga algo más allá de la fotosíntesis.
Somos monos con menos pelo.
De los mayores golpes y del que aún no nos hemos recuperado, ya nos vale, financiar la ciencia con unos 1.478.000 millones de dólares anuales, para que la ciencia nos diga que venimos del mono. Hay que recalcular la estrategia científica, o al menos, darle más importancia a la psicología para transmitirnos las noticias hirientes, que pueden destrozar nuestra frágil imagen como especie.
Debió ser muy duro vivir en 1859 cuando Charles Darwin publicaba el libro «El origen de las especies», dejar de estar creados a la imagen y semejanza de un ser superior y omnipotente, para convertirnos en descendientes de un mono fuerte y fértil. Aun a día de hoy, creo que no hemos logrado transmitir este conocimiento de una forma sensible. Y viendo como crecen las generaciones, es importante lograrlo pronto para evitar shocks como el que comentamos. Recuerda como lo aprendiste tú:
«Tema 7: La prehistoria. Venimos de un ser llamado Australopithecus.» (Cambiar la palabra es la forma más ingeniosa para camuflarlo, venimos a ser monos). En el mejor de los casos, el profesor habrá proyectado una película. En los alumnos, la euforia por verla contrarrestará el pensamiento autodestructivo de especie. Son hechos, sino pensad en que momentos habéis visto películas en historia.
Nuevamente, decidme, os sentís orgullosos de descender de un mono? Porque yo no, todo hubiese sido más fácil siendo creados con arcilla y dedicación, y teniendo a alguien que controla que su creación se desarrolla correctamente mientras envía plagas y diluvios. Entre otras cosas, desconozco si en la vida eterna dejan entrar a monos.
Ante esto. Seguimos explorando.
No hemos aprendido nada. Si lo hemos hecho en cantidad, conocemos más que antes, pero a qué precio? Quién se preocupa por nuestros sentimientos como especie? Necesitábamos saber que éramos monos? Ante todo esto, seguimos explorando, buscando noticias positivas. Deberíamos tener miedo de encontrar respuestas, tú también, si no lo tienes deberías. Tratamos de entender el universo en lenguaje matemático. Buscamos una ecuación o fórmula que lo explique todo; una fórmula definitiva que nos explique cómo nació el universo.
«¿Sómos conscientes de lo que significaría encontrarla?»
Somos como un niño que mira, en medio de la noche, debajo de la cama para dormir, por si hay un monstruo, realmente un loco descerebrado, por qué? Fácil, si hubiera un monstruo cuál sería el plan? No sería mejor pensarlo antes? Si lo hiciera puede que se asomara con un palo de una escoba, eso lo permitiría ganar tiempo. La realidad es que el niño no quiere descubrir al monstruo, solamente quiere confirmar que no está ahí para seguir durmiendo. Somos como ese niño, nos daría un miedo terrible encontrar esa fórmula, pero necesitamos buscarla para, en el mejor de los casos, no encontrarla y seguir durmiendo.
[…] asumido ya esta idea. Realmente no hemos estado la mayor parte de nuestra historia creyendo ser el centro del universo por razones aleatorias, ni creyendo haber estado hechos a la imagen y semejanza de un ser superior […]
[…] asumido ya esta idea. Realmente no hemos estado la mayor parte de nuestra historia creyendo ser el centro del universo por razones aleatorias, ni creyendo haber estado hechos a la imagen y semejanza de un ser superior […]